sábado, 14 de noviembre de 2015

Abogaaado

Entre copa y copa, trataba de explicarle la diferencia entre una acción y una preferente. 

–Comprar ésta no te convierte en accionista. 

El tipo asentía y balbuceaba. 

–Así… que… no… pue… pue… 

¿Quién diablos era mi compañero de barra? ¿Por qué me había preguntado sobre la titularidad de acciones? ¿Qué hacía hablándole a un borracho anónimo? La noche estaba llegando a su ocaso y era tiempo de retirarme a dormir la mona. 

De repente escuché una voz detrás de mí: 

–Abogaaado, abogaaado. 

Me di la vuelta pero no vi a nadie. 

–Abogaaado, abogaaado. 

Aquella voz me resultaba familiar. Era… No, no podía ser. 

–Abogaaado. 

Decidí que ya había tenido bastante jolgorio por una noche. Beber es para abogados penalistas, y hacía años que yo había dejado de serlo. Cuando salí a la calle me sobresaltó el frío de la noche, aunque no tanto como esa sombra que me seguía. 

–Abogaaado. 


[Este microrrelato fue seleccionado en el V Concurso de Microrrelatos de Abogados del mes de septiembre de 2013.]

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