jueves, 24 de diciembre de 2015

Abatido

El timbrazo del teléfono le sobresaltó. Por un momento estuvo tentado de no responder, pero después pensó que no le llamarían si no fuera importante.

–Sí.

–Se ha producido un tiroteo.

La voz del ayudante sonaba vacilante. El sheriff imaginó que había pasado la noche bebiendo. Pidió que le repitiera la dirección. No, no hacía falta que fuera nadie más. Él se encargaría.

Se vistió lentamente. Se pasó la mano por la mejilla. El afeitado tendría que esperar.

–¿Qué sucede?

–Nada. Vuelve a dormirte.

–¿Te preparo un café?

–No. Volveré en una hora –dijo sin mucha convicción.

Hacía un frío terrible fuera. Contempló las estrellas. No, no nevaría. A la camioneta le costó arrancar. Durante unos instantes se quedó pensando el mejor camino para llegar. Aquella dirección estaba al otro lado del pueblo.

El trayecto se le hizo eterno. Cuando llegó, alguien esperaba en la puerta.

–Sheriff, yo no…

–¿Qué ha pasado?

–Escuché un ruido… Me asusté… No podía imaginar…

Entró en la casa. Allí, junto al árbol de Navidad estaba tendida una enorme figura vestida de rojo. En medio de un charco de sangre. El sheriff se preguntó si no estaría teniendo una pesadilla.

[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de diciembre de 2013.]


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